LOS SERVIDORES DE DIOS
No es fácil entender algunas palabras que Jesús expresó cuando estuvo en la tierra. Dijo cosas que aún no logramos internalizar para poder dar la talla que debemos como seguidores de Él, según lo decimos. Porque una cosa es decir que yo sigo a Jesús y otra muy diferente es hacer realidad esa confesión. En algunos vehículos leemos esa lectura: "Sígueme, yo sigo a Jesús". Pero se ha vuelto un slogan. Una frase más. Hueca y vacía. Hasta suena vulgar cuando el vehículo lo conduce un insolente, fumador y maleducado. En fin, como diría el Quijote: Cosas de la vida, querido Sancho...
Me viene esta meditación para el día de hoy porque ayer tuve una hermosa experiencia. Un hijo espiritual muy querido, pastor y amigo, está hospitalizado. Cuando me llamó para avisarme que lo iban a internar le expresé mi deseo de ir a visitarlo en cuanto estuviera listo todo. Es decir, las tarjetas que el Seguro Social le da a la familia para poder ingresar. Ayer viernes se concretó el momento y, tarjeta en mano, en compañía de otro amigo, nos fuimos al Seguro Social a cumplir mi promesa. Lo que viví fue hermoso: un sol abrazador del medio día nos hacía sudar a chorros. La luz incandescente del sol de El Salvador cegaba la vista. A eso agréguele el tumulto de gente haciendo fila y otros, como de costumbre, viendo como se colaban. De esos sobran en todas partes. Causan molestia pero ni modo, hay que saber tolerarlos. Otro detalle que hay que agregarle a mi experiencia es que, según su servidor, la visita empezaba a las doce del medio día como en otros hospitales, para poder entrar rápido, le dije a mi compañero que estuviéramos a las once y media, pero al llegar nos dimos cuenta que en ese empieza a la una de la tarde. Ya se imagina...nos esperaba una hora y media para poder entrar. Sin embargo, tomé la decisión de hacer la fila. Como soy observador, me dediqué a ver a la gente que llega a esos lugares y aprendí algo de todos ellos...
Bueno, haciendo cola, me vino a la mente este verso: "Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor..." (Jn. 12:26) Jesús siempre estuvo con los necesitados. Siempre estará donde haya enfermos, endeudados, pobres, marginados, abandonados por la sociedad, viudas, divorciados, presos... y... hospitalizados. En ese momento pensé cuántas veces he dicho que soy servidor del Señor pero no estoy donde Él está. Mantengo una línea de separación entre Jesús y mis deseos. Sí, lo amo. Le diezmo. Predico Su Palabra. Voy a su Iglesia. Saludo a sus hijos que son mis hermanos. Cuando tomo mis alimentos le doy gracias... Pero no estoy donde Él está. ¿Acaso no fue lo que enseñó en el Sermón del Monte? ¿Acaso, cuando era fiesta, Él no fue al estanque de Betesda a visitar a un enfermo desde hacia 48 años? Y... ¿donde estaban sus discípulos? No aparecen en el estanque. Me sospecho que, como nosotros, estaban en la fiesta...
Mis queridos lectores... no es fácil ser servidor de Jesús. Es fácil cuidar carros en el parqueo de la Iglesia. Es fácil cuidar niños en la sala cuna. Es fácil predicar Su Palabra... Pero no es nada fácil estar donde está Jesús. Donde Jesús está, hay que aguantar el sol del medio día. Hay que ir a las cárceles y llevar algo en la mano. Hay que ir a las esquinas donde están los hambrientos de pan y de cariño. Es ir a la clica donde están los que necesitan amor y lo encuentran en la mara... Es ir al hospital de enfermedades infectocontagiosas, el que está camino a Planes de Renderos y visitar a los que han quedado abandonados por sus familiares porque se pueden contagiar... Ser servidor de Jesús, es estar donde Él está. Jesús está con las viudas para darles consuelo. Jesús esta en el Hogar Shalom donde están los niños abandonados por sus padres porque les hacen estorbo. Jesús está con los parias, con los que hacen cola en los juzgados esperando que la ley les haga justicia... Jesús está en el basurero con los pepenadores. Jesús está cerca de la camilla donde la niña que fue violada tendrá su bebé y no sabe qué hará cuando salga...
Hora y media bastaron para darme cuenta que Jesús estaba allí, conmigo, a mi lado, haciendo fila para ir a ver a mi amigo, soportando conmigo el sol del medio día... Y entendí entonces porqué fue que me equivoqué con la hora. Jesús necesitaba hablarme y enseñarme donde debo estar si digo que soy su servidor...
Y Juan, mi compañero, callado como es, me enseñó algo muy importante cuando me preguntó: No es fácil ser amigo, ¿verdad pastor? Creo que no fue Juan quien me hizo la pregunta... Fue Jesús quien usó los labios de Juan... Porque Jesús sí es Amigo... en las buenas y en las malas.
papi gracias por volver a escribir en este blog no sabe usted cuanto me hace falta. a pesar que soy un poco lento para enterder algunpos terminos pero algo se me queda.
ResponderEliminarpidom a dios que me lo bendiga y me le de mucha salud.
lo quiero mucho
su hijo victor trigueros
Gracias por volver aescribir ya extrañaba sus comentarios que me ayudan mucho.
ResponderEliminarLe pido a Dios que lo bendiga y le de salud.
su hijo
victor trigueros
buen blog pastor lo amo mucho grax por tomarse el tiempo de escribir e instruir..bndiciones lo amo ..Att:j.r
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