DOS SERES HAY EN MI...
Hace unos años grabaron esta canción. Tiene matices cristianas. No es un coro dedicado al Señor ni que lo alaba a Él pero dice una gran verdad: Hay dos seres peleando dentro de mi. A propósito de esto, se cuenta una parábola. No se donde la escuché pero la tomo como ejemplo para figurar lo que hay dentro de nuestro interior...
Dentro de cada uno de nosotros hay dos lobos peleando. Un lobo representa ira, envidia, pesar, remordimiento, codicia, arrogancia, autocompasión, culpa y resentimiento. El otro simboliza alegría, paz, amor, esperanza, compartir, serenidad, humildad, verdad y compasión. Esta misma pelea ocurre dentro de ti, de mí y dentro de cada persona. Y no nos damos cuenta porque en el momento de la ira, el enojo o la envidia, creemos que es porque los otros nos hacen sentir esas emociones. Es que me cae mal... Su sangre no me hace click... Solo de verlo reviento... No soporto su presencia... Me caen mal sus palabras... estas y muchas cosas más son las que se viven diariamente en millones de personas. ¿Cual es la razón? Es que dentro de nosotros hay un lobo que se alimenta de todas esas cosas negativas. No son los demás los que me caen mal, soy yo mismo quien me caigo mal porque en los demás me veo retratado. Y no me gusta lo que veo en mí mismo. Pero lo evado y le hecho la culpa a los demás. Como escribí en mi artículo del chivo expiatorio. Alguien tiene que llevar la culpa que yo siento. Todos son los malos... solo yo soy el pan del cielo. Solo yo soy un angelito inocente y puro. Los demás son los malos de la película. ¿Para qué nací, pues? Yo no pedí venir al mundo... ¿Qué le parece todo esto, lector? ¿Nos encontraremos usted y yo en esta triste historia? Le aseguro que sí... a menos que empecemos a alimentar al otro lobo... al manso, al amigo, al que todo lo soporta... al que todo lo cree... al que siempre busca alguna virtud en los demás y habla de eso. Esa es la solución a estos dos seres que hay en mi... Debo mantener con bozal al primero, al arrogante y orgulloso... y debo alimentar de buenas palabras al otro para que mi vida sea aceptable ante el Señor y los demás. Todos necesitamos aceptación. Es una necesidad humana. Pero debo empezar por aceptarme a mí mismo. De lo contrario andaré por el mundo con un letrero en la espalda que dice: "Rechácenme" Y los demás no tendrán la culpa de rechazarme... soy yo quien lo pide a gritos con mis actitudes déspotas, egoístas y malcriadas.
Pero, si alimento mi otro ser con Palabra de Dios, con el Proverbio del día, con el Salmo de mi año todos los días, descubriré que en mí hay cosas buenas, que no todo es malo, que Dios ha implantado dentro de mi corazón Su Palabra y ésta me cambia completamente. Debo aceptarme como soy: imperfecto. Hasta entonces empezaré a aceptar a los demás como son. Si usted se alimenta con cosas buenas, con diálogos sanos, con amistades limpias, con amigos que le edifiquen y le ayuden a mejorar sus áreas, le aseguro que usted irá cambiando poco a poco sus actitudes negativas y podrá ser la persona que Dios formó desde antes de nacer... ¿Cuál lobo ganará? Aquel que más alimentes. ¿A cuál lobo estás alimentando el día de hoy?
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