TELEFONOS...

El oficio se termina por esta noche.  Se lavan los platos de la cena. Usted termina sus tareas. Apaga las luces de su casa. Asegura las puertas con llave. Da un suspiro y ve por última vez el teléfono. Revisa que la batería este cargada y ve por última vez si hay alguna llamada perdida... Ya sea celular o de mesa... Pero es cierto, el teléfono nunca sonó. Permaneció en silencio. Un doloroso y horrendo silencio...

Lo más doloroso serà cuando usted tenga que responder preguntas: ¿Te llamaron de la empresa donde te entrevistaron? ¿Estás seguro que diste el número correcto? ¿No dejaste el teléfono descuidado en algún lugar? ¿Revisaste si hay alguna llamada perdida? Usted solo tiene respuestas de dos letras: No.

Usted sabe de qué le estoy hablando. El teléfono no sonó para usted. Y no lo hizo cuando era muy importante para su futuro. Para su matrimonio. Para su autoestima.  Solicitar un empleo y esperar esa bendita llamada que iluminaría su día y no llega, lo convierte en una noche tan oscura y tenebrosa que da miedo despertar al otro día...Seamos francos.

Cuando se solicita un préstamo. O un empleo que urge. O cuando se pidió ayuda. O cuando se retiró de la clínica y dejó allí a su ser amado y le dijeron que le llamarían para darle buenas noticias. Usted se retira esperanzado. Su pecho se levanta por momentos mientras la esperanza rodea su día...

Pero el teléfono no sonó. El silencio fue todo lo que usted vivió. El llamado nunca apareció.

Usted conoce el dolor que se siente cuando se espera el sonido del teléfono y sin embargo éste no suena. Todos lo conocemos.

Y para explicar ese momento, se han acuñado algunas frases...
Lo dejaron con las manos vacías.
La dejaron parada en el altar. El novio ya no llamó.
Del hospital quedaron de llamarla para avisarle si el bebé que dejó en la incubadora respondía al tratamiento... nadie llamó.
La cama ya no volvió a estar calientita. Se fue el otro. Y no devuelve las llamadas.
La hija que se fue de casa y no cumpliò con llamar como dijo.
Le dejó su número de teléfono al cliente que dijo que le haría la compra que salvaría el mes. Con cólera se da cuenta que el teléfono nunca volvió a sonar. Su meta de ventas no se cumpliò...

Bueno, es cierto. El teléfono no sonó. Pero hay algo que sí está sonando. Es el timbre de la puerta de su corazón. Hay Alguien allá afuera tocando para ver si le dejan entrar. Es Jesus. "Yo toco. Al que me abre entraré y cenaré con él y él conmigo..."

La sunamita no quiso abrir. Y cuando al final lo hizo, su Amado se había ido. Y es el mismo que está tocando hoy a su puerta. No lo deje pasar. Èl no usa el teléfono para dar respuestas. Las trae personalmente y quiere hacerlo con usted como lo ha hecho conmigo. Cuando estoy en angustia esperando algo, solo hago mi llamada en secreto. Y Èl, como lo ha prometido, me responde en público...

Si su teléfono no sonò, espere pacientemente en Jehovà y Èl concederá los deseos de su corazón...










Comentarios

  1. Gracias papá por no cansarse de escribir y compartir lo que Dios inspira a su corazón...palabras que llegan justo a tiempo...bendiciones y un fuerte abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA NIÑERA Y SUS "BUENAS" INTENCIONES... (Parte 1)

DESATADLO Y DEJADLO IR. (Jn. 11:44)

PASAS Y MANZANAS