UN HOMBRE
Daniel 2:25: “He hallado a un hombre…”
Actualmente estamos viendo como las gentes se sublevan ante las autoridades que están para protegernos a todos. La Biblia nos ordena sujetarnos a ellas ya que fueron puestas por Dios para nuestro beneficio. Sin embargo, la naturaleza pecadora del hombre le hace siempre desobedecer las instrucciones. Tristemente, desde nuestros comienzos en la vida no nos enseñaron a ser obedientes ni educados. Es posible que hayamos asistido a buenos colegios o institutos de enseñanza superior de calidad, pero eso no es indicativo de que esos estudiantes hayan sido graduados por su educación y buenos modales.
A lo largo de mis pocos y hermosos años he podido asistir a reuniones oficiales y de la empresa privada y he compartido mesa con algunos que se dicen lìderes de esta nación ya sea por nombramiento o porque ellos se han autodenominado como tales, pero al escucharlos hablar, al verlos comportarse con los demás y analizar sus acciones, me doy cuenta que estoy con personas de altas calificaciones académicas pero cero en conducta y urbanidad. No es lo mismo ser educado que culto. Fueron educados pero no fueron enseñados a guardar sus modales de ética y buen comportamiento.
Hoy se han perdido esos valores. Escucho a personas de uniforme de cualquier clase hablando con un lenguaje soez, dirigirse a sus ayudantes con palabras ofensivas y discriminatorias. Incluso pastores que debieran ser modelos de conducta social los he escuchado tratar de formas denigrantes a sus diáconos y a los servidores de su congregación como si fueran personas de otra clase. Me duele ver y escuchar el lenguaje que usan para hablarles de una forma que les rebaja su dignidad. Y qué decir la forma en que se dirigen a sus esposas e hijos. Y me pregunto como es que los han graduado para ser modelos en la Iglesia de Cristo, qué materias cursaron para haber ganado un diploma pero en su vida privada no muestran el verdadero carácter de sus instituciones educativas. Si a los señores del gobierno se les exige respeto para sus empleados cuanto màs debiera hacerse con los pastores que una vez nombrados para sus cargos espirituales se muestran de una manera totalmente negativa.
Quizá porque hoy se valora màs el conocimiento académico que el conocimiento de la Verdad. Si somos llamados a ser los pastores de la Iglesia de Cristo debemos saber que tenemos que mostrar el carácter del que nos llamó. Es màs, la misma Palabra dice que fuimos llamados para “mostrar las virtudes de Aquel que nos llamó”, pero eso no siempre funciona. Porque una buena mayoría muestra las virtudes de sus mentores humanos. Hace falta una buena catarsis interna de nuestras conductas para saber como estamos tratando a los que también son hijos de Dios y que han sido puesto bajo nuestro cuidado.
En la historia de Daniel hay un episodio muy interesante de estudiar. Yo no veo a un Daniel solamente como profeta ni intérprete de sueños como lo hizo ante el rey que lo tenía cautivo en su reino. No niego que fue un instrumento precioso en las Manos del Señor para demostrar su Poder ante el rey terrenal que se creía omnipotente, pero me gusta màs estudiar la vida de este hombre que desde su juventud dio muestras de algo que lo diferenció tremendamente del resto de sus congéneres. Es màs, si me lo permiten, creo que fue el primer “influencer” de la historia del cristianismo ya que fue un joven que inspiró a sus otros amigos a ser como èl. Porque cuando necesitó interpretar el sueño que el rey obligó a sus sabios y hechiceros a interpretarle sin ningún resultado, lo primero que hizo Daniel fue pedirle ayuda a sus amigos a que buscaran al Señor en oraciòn para recibir la revelación que necesitaba llevar ante el monarca. Y funcionó, todos lo sabemos. El sueño fue revelado. Sin duda fue un hito en la vida de este joven temeroso de Dios. Pero lo que màs me gusta -repito-, es ver a un hombre altamente educado, fino en su trato hacia los demás, sabedor como dirigirse a un rey y hablar con naturalidad el lenguaje apropiado ante la autoridad del momento.
“Tú, oh rey, eres rey de reyes…” Esta frase de introducción me enseña que Daniel sabìa como hablar ante gentes de alcurnia, sabìa -como Pablo màs tarde-, como dirigirse ante personas de otro nivel no forzosamente evangélicos. En esas pocas líneas veo a un hombre de Dios que sabe distinguirse por su lenguaje, por sus modales y su extenso conocimiento de las reglas de palacio. Y eso nos está haciendo falta hoy que estamos al servicio de un Rey Verdadero. Y este Rey nos ha nombrado príncipes de su Reino, pero ni nuestra educación, modales o vestimentas está mostrando lo que Èl espera de nosotros.
Eso indica que no se puede decir de muchos de nosotros lo que se dijo de Daniel: “He hallado a un hombre…” Quizá por eso el profeta dijo años después que Dios aun busca un hombre.
SOLI DEO GLORIA
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