LA SAMARITANA
Juan 4:15 “La mujer le dijo*: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla” Esta no es una historia de alegría, es una historia de pasión. No es una historia de belleza, es una historia de dolor. El alma de una mujer lacerada es una historia de sinceridad. Esta es una historia sincera. Solo las mujeres que han sido heridas desde lo más profundo de su alma que vagan solitarias por las calles de nuestra ciudad y se sientan en las sillas de nuestras congregaciones con sus hijos en su regazo, conocen el lodo en donde las plantas de sus pies han pisado, y saben de los ojos heridos por las lágrimas inagotables del mal y del dolor. Y ese espanto de la vida dolorosa y traicionera a la que han sido obligadas a vivir imprimen en sus almas un a...